La Conquista de la Dignidad. Ley de Muerte Digna.

Hoy, desde este lugar, que representa la voluntad de todo nuestro pueblo, celebramos algo que va mucho más allá de una normativa escrita en un papel. Celebramos un triunfo de la sensibilidad, un triunfo del respeto y, sobre todo, un triunfo de la libertad individual en los momentos más trascendentes de nuestra existencia.

Cuando este gobierno, liderado por Yamandú Orsi, asumió el desafío de dirigir el país, lo hizo con una promesa clara: poner al ser humano en el centro. No solo en la economía o en el empleo, sino también en las situaciones más vulnerables, allí donde la política muchas veces miraba hacia otro lado.

Hoy podemos decir con orgullo que hemos cumplido. La implementación y fortalecimiento de la Ley de Muerte Digna es una realidad que nos define como una sociedad madura y compasiva.

Sé que esta ley genera debate, y eso es saludable en democracia. Pero hay debates que exigen una profunda coherencia moral.

Y permítanme que sea franca y directa:espero que los que estén en contra de esta ley, no sean los mismos que tienen a sus mayores abandonados en una casa de salud para ancianos. repito (abandonados)

La dignidad no se defiende solo con argumentos jurídicos; se defiende con empatía y con presencia diaria. Quienes se oponen a la autonomía de la voluntad, primero deben demostrar que la vida de esas personas es una prioridad real para ellos en el día a día. Defender la vida es defenderla hasta el final, y eso incluye defender el derecho a un final sin tortura ni abandono.

Volviendo a lo fundamental: estamos hablando, única y exclusivamente, de Muerte Digna.

Significa el derecho inalienable de cada persona a decir 'basta' al encarnizamiento terapéutico. Significa que, bajo este gobierno, la medicina está al servicio de la persona.

Significa que nadie será obligado a soportar tratamientos invasivos que no curan, que solo extiende artificialmente una agonía y que roban la paz de la despedida. Y quiero ser muy firme y cristalina con lo que esta ley NO es.

Debemos decirlo con todas las letras para evitar confusiones: esto no es suicidio asistido. Quiero que quede absolutamente claro que al suicidio asistido no lo ampara la ley. Nuestro marco legal protege la vida y su curso natural; no habilita a provocar la muerte, sino que habilita a vivir el final de la vida sin intervenciones violentas o inútiles.

Este equilibrio, esta forma prudente y humana de legislar, es el sello de la gestión de Yamandú.

Este gobierno entendió que la dignidad no es solo tener un buen salario o una vivienda; dignidad es también poder mirar a nuestros seres queridos a los ojos en sus momentos finales y saber que se respetará su voluntad, sin dolor y sin sufrimiento innecesario.

Al promover la Muerte Digna, este gobierno ha escuchado el reclamo silencioso de miles de uruguayos que pedían piedad ante la tecnología desmedida. Hemos fortalecido los cuidados paliativos, hemos dado herramientas a los médicos para actuar con ética y hemos dado paz a las familias.

Amigos, esto es lo que hace un gobierno progresista y moderno.

Hoy Uruguay es un país más justo porque reconoce que la autonomía de la voluntad es sagrada. Nos hemos atrevido a hablar de la muerte para poder honrar la vida.

Gracias a la visión de este equipo de gobierno, hoy nadie tiene que temer quedar atrapado en una maquinaria médica contra su voluntad. Hoy, la despedida puede ser un acto de amor y no de tortura.

Sigamos construyendo este camino. Un camino donde el Estado no se impone, sino que acompaña. Un camino donde, como ha marcado Yamandú, nadie queda atrás, ni siquiera en el último paso del camino.

¡Viva la libertad, viva la dignidad y viva el Uruguay y viva el Frente Amplio! Muchas gracias.