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En la sede provisoria donde viene funcionando el Instituto de Formación Docente "Mario López Thode", en el salón central, se llevó a cabo conversatorio organizado por el Equipo DOT del IFD e integrantes de la Sala de Historia, participando en la presentación el Prof. Alejandro Martínez González, y los docentes de Historia Oscar Gilardoni, Santiago Zefferino y Marco Morossini, junto al estudiante Pío Mezquida.
El conversatorio apuntaba a De/Re Construir La Historia a "200 años de la Cruzada Libertadora", contándose con muy interesante auditorio a nivel de las estudiantes de Magisterio.
En lo previo a la actividad, @gesor dialogó con el Prof. Santiago Zefferino sobre lo que allí se estaría llevando a cabo y algunos aspectos vinculados a como encarar la enseñanza de la historia y otros relacionados con la enseñanza en general.
Si bien estamos a pocos días de haberse cumplido un aniversario más del desembarco de los 33 Orientales, ¿cuál es el objetivo fundamentalmente sobre el que plantean ustedes esta charla?
"Como vos decías, en el marco del Bicentenario de esta gesta histórica que sucedió en Soriano, la idea es llevar este conversatorio, que lo hacemos con un colega, Marco Morosini, con Oscar Gilardoni, y con un alumno que tiene 16 años (Pío Mezquida), que está investigando, la idea es pasar por diferentes institutos y lugares educativos para dar una visión nueva, renovada, fresca, de lo que es la historia.
Es decir, los hechos históricos son los que siempre fueron, pero la lectura que intentamos darle es, ¿qué sucedió en Soriano? ¿Cómo los sorianenses terminaron salvando a los 33 Orientales? O sea, temas tan lindos que muchas veces los pasamos por alto en los fríos libros de historia. Por ejemplo, la historia de los hermanos Ruiz o de Tomás Gómez, lo que les llevaron los caballos a los orientales, los que faenaron dos vacas cuando no tenían para comer, ese tipo de historias que terminan siendo, de alguna forma, el motor de la historia, que hace que la historia funcione.
La idea de este tipo de charlas es darle esa nueva visión a la historia, más fresca, y también incluir las renovaciones generacionales.
Tenemos alumnos nuestros, 16 años, que están investigando los documentos y aportando las nuevas tecnologías.
El que venga a la charla va a poder ver entrevistas a los personajes históricos, sin perder el rigor histórico, porque también deja de ser historia, pero a través de la inteligencia artificial aplicada a la historia, ¿qué podemos sacar del pasado, de nuevo, que no lo hayamos hecho? Así que por ahí va, creo que, el meollo del asunto".
En el tiempo, uno hace años que está trabajando en la parte del periodismo, y yo tengo un particular recuerdo de cuando vos te metías en la biblioteca Giménez, estabas bajando los viejos libros y los viejos diarios, y por allá leías y recordabas, recién empezabas, recuerdo. Y entonces uno veía y decía, el amor que le ponías a eso. Y entonces tengo que plantearte el tema, porque en esta época, donde en distintas áreas se impulsa el revisionismo de la historia, en sus distintas áreas, ¿cómo hacés, cómo te lo planteás? Es decir, cómo ver si llevar o no llevar adelante un revisionismo que muchas veces se cuestiona, porque la historia hay que vivirla, capaz, en el momento, y no después, quizás, uno con la óptica de décadas y hasta centenarios, en este caso van a ser 200 años después, ¿cómo plantear aquel escenario en este momento de hoy? Con toda tu experiencia, con todo tu amor, con toda la pasión que vos le ponés a esto, ¿cómo lo manejás?
"Bien, bueno, gracias por recordar esos tiempos que para mí son hermosos, porque uno intenta hacer su trabajo de la parte, de forma humilde, es un trabajo de hormiga, pero sí, siempre el motor que uno le siguió es el amor por la historia y el amor por, o la responsabilidad, al ser educador, de dar nuevas respuestas a las generaciones.
Es decir, todas las generaciones de investigadores tenemos la responsabilidad de revisar la historia que viene de nuestros padres, porque siempre es lo que decís vos, siempre diferentes generaciones lo ven con diferente óptica a la historia, porque tienen preguntas diferentes. Y no es lo mismo, yo creo que siempre se llama sanear la historia, no es lo mismo una interpretación dada por personas que vivieron los hechos, que hay odios, amor atravesado, que bueno, que investigadores con cierta objetividad o imparcialidad, eso se estudia, que intenten ver los hechos de forma totalmente diferente. Siempre pasa con la historia reciente, por ejemplo, es muy difícil encontrar una historia objetiva de gente que atravesó situaciones dolorosas, situaciones muy infelices, entonces, ¿por qué no le dejamos a las nuevas generaciones, ni siquiera hablo de la mía, que nací en democracia, a que puedan ver desde otra óptica más alejada, con menos pasiones, políticas partidarias, algo que es tan doloroso para todos nosotros? Por eso la renovación de investigadores es muy importante.
Acá tenemos a un alumno de 16 años que es un revisionista de toda la historia que escribió mi generación y la generación de mis padres. Entonces, es el deber que tienen las generaciones de preguntarse cosas, porque la historia no está totalmente cerrada, sino que siempre se reinventa y se le hacen nuevas preguntas, siempre a la luz del presente".
Recuerdo una época en estábamos trabajando con Federico Marotta en Radio Impacto, y llevábamos en varias oportunidades a tu papá.
Y tu viejo en ese momento estaba en el Frente Amplio te diría que en la dirigencia principal, y tuvimos un fuerte cruce porque nos trataba de hijos de la dictadura, porque nos tocó nacer en determinados años y nos tocó ir al liceo en esa época, cosa que no era nuestra culpa. Pero cuando se carga con ese tipo de cosas, cuando se carga de repente con haber sido alumno de Secundaria, en épocas en las cuales los mejores profesores no estaban porque había sido descabezada la educación, ¿cómo hacer? Entonces ahí es donde tu planteás esa parte de revisionismo, bien dicha la palabra, de discutir, de debatir, de ver, ¿cómo hacer para todo esto?
"Y la idea es traer una historia más fresca, una historia más amena, que no sea tantas fechas y tanto acontecimiento histórico, sino este revisionismo de, bueno, el motor de la historia, los que no están, los que no se hablaron, esa historia contrahegemónica de la que hablamos, esa historia que pueda ser más divertida, porque ¿por qué no? la historia no va a ser divertida. Yo siempre intento, a veces me sale, a veces no, enseñar historia como me hubiera gustado que me la enseñen a mí.
Esto de las interpretaciones históricas, de los disfraces, esas cosas son lo que a uno le hace sentir vivo y hace que los chiquilines, que hoy por hoy en las generaciones estas de la inmediatez, donde nada lo sorprende porque están sobre estimulados con el celular ¿cómo hacer para que la historia ingrese? Y hay que ingresar por la parte más divertida, las representaciones históricas, los debates en clases son muy importantes, y siempre con estas nuevas preguntas a la luz de los acontecimientos del presente".
La última tiene que ver con cómo ves a estas generaciones actuales en el interés por aprender.
"Tenemos de todo. Hay una gran masa de alumnos de los cuales muchos profes las sufrimos porque muestran una apatía, muestran un desinterés, porque están mucho más conectados con algo mucho más divertido, que es el celular. Y eso es un gran peligro para nuestra sociedad, porque todo pueblo que se olvide de su historia está condenado a repetirla. Entonces, los docentes de hoy tenemos que hacer el doble esfuerzo por intentar atraer a esos chiquilines.
Eso por un lado. Por otro lado, hay cierta esperanza, porque los docentes son los que nos tenemos que adaptar a las nuevas generaciones. O sea, no podemos esperar que nuestros alumnos nos sigan a nosotros, sino nosotros adaptarnos a las nuevas tecnologías, a las nuevas generaciones, e intentar entrarles por su mundo.
Entonces, ahí sí, cuando uno genera eso, esa ida y vuelta con sus alumnos, genera cierto vínculo, cierta reciprocidad con sus alumnos, y gran parte del público se prende a lo que es la nueva historia. Y ahí los hechos están. Las charlas que hacemos, la que hicimos en el Liceo Campos el viernes antes de turismo, estaba repleta de gente.
Y realmente eran personas que estaban de vacaciones. Entonces, eligieron, antes de estar en su casa con su celular o con su familia, intentar escuchar otro tipo de historia. El libro La revancha de la historia, que ha tenido realmente una enorme repercusión, uno a veces ve los frutos de otra historia diferente que uno intenta contar.
Yo creo que más allá de la desidia que existe, generalizada, y yo creo que cada vez es peor, siempre hay una luz de esperanza. Si no, no haríamos nada, nos agarraría la desidia a nosotros los docentes también. Entonces, siempre hay una lucesita de esperanza.
O por lo menos lo que yo quiero pensar, porque siempre uno va atrás de estas utopías, que es la educación, que es el arma principal".
Yo te dije que era la última, pero vos me dejás siempre algo para repreguntar y cuando decís, nosotros tenemos que adaptarnos a los chiquilines, recuerdo cuando el maestro Oscar Gómez era el Director General de Primaria, los celulares no eran los de ahora pero se utilizaban mucho para los mensajes de texto. Y entonces le digo, estoy preocupado, maestro, porque los chiquilines empiezan a escribir con signos, ¿cómo hacemos? Porque a nosotros nos hacían escribir en cuadernos de doble raya, tratar de tener la mejor caligrafía, tratar de tener la menor cantidad posible de errores ortográficos. Todo eso que nos enseñaron y que nos preocupamos por aprender, es lo que uno trata de transmitir a sus hijos. Y ahora los chiquilines escriben con signos. Y la respuesta de él fue, siendo el Director General de Primaria, nosotros tenemos que acostumbrarnos a lo que escriben ellos. Lo cual me dejó sorprendido, porque ¿de qué me sirvió entonces a mí tratar de aprender todo eso y tratar de transmitirlo a mis hijos?
Y cuando tú planteás eso, digo, ¿no es eso lo que tú estás planteando?
"No, no, no. Hay ciertos límites que el adulto y el docente tienen que estar para marcar. Bueno, hasta acá. Todo lo otro, a ver, no corregir las faltas, todas esas nuevas pedagogías permisivas que llamamos nosotros, con las cuales estamos en pie de guerra hace mucho tiempo, nosotros le intentamos cerrar el paso, porque hay cosas que los chiquilines es necesario que tengan que pasar, por ciertas dificultades, ciertas cosas.
Pero sí es verdad que tenemos que adaptarnos, pero siempre poniendo ciertos límites, que obviamente el lenguaje, hay que intentar no deformarlo tanto, las pedagogías permisivas hay que ponerle un freno, porque existen. Esto del pase-pase en educación, para llenar números verdes para las autoridades, muchos estamos en pie de guerra con eso. Digo, yo sigo creyendo en los exámenes, por ejemplo, porque el alumno tiene que pasar por eso, esa adversidad para crecer.
Si vos no le das un obstáculo, una adversidad al chiquilín, no te crece. Entonces, siempre aprendiendo de nuestros mayores, de las enseñanzas que nos dieron, pero adaptándonos a las nuevas tecnologías. Es como esa ambivalencia que uno tiene que tener, si no creo que todo se hace fluido y desganado".
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