(escribe prof. Alejandro Carreño  T.) Midas fue rey de Frigia. Gobernó entre 740 a. C. y 696 a. C. De acuerdo con lo mitología griega, llevaba consigo la maldición de convertir en oro todo lo que tocaba, maldición que, sin quererlo, él mismo le había solicitado a Líber Pater, dios romano de la fertilidad, la viticultura y el vino (Dioniso en la mitología griega). En Chile no tenemos ningún dios por el estilo ni de ningún estilo. Pero tenemos al presidente Gabriel Boric, émulo del Rey Midas, pero al revés: todo lo que toca lo convierte en lo que a él le dijeron la excaldesa de Santiago, Irací Hassler y la diputada Karol Cariola, ambas del Partido Comunista: “que era un ser humano de mierda”.

Las condiciones miserables en que tiene al país, son una prueba irrefutable de su condición de heredero del mitológico personaje, pero al revés. Llegó a La Moneda y Chile se convirtió en lo que es hoy: una larga, angosta y deplorable faja de tierra en la que nada funciona, aunque brilla la corrupción como brillaba el oro en el palacio de Midas. Con todo, ni al presidente Boric ni a su gobierno le importan mucho ni el país ni sus ciudadanos (basta recordar que, cuando era diputado, dijo que el problema de Chile “es que había muchos chilenos”). Y, para cambiar la imagen país, nos llenó de inmigrantes ilegales que hacen lo que quieren.

Sin embargo, y para ser justos con el Presidente, hay una imagen que sí le preocupa a él y los suyos: Salvador Allende. Si hasta quiso parecerse a él en algún momento: tipo de lentes, peinado. En fin. Allende es para ellos una especie de “Rockstar” de la política. Y lo recordó el mismo día que ganó la presidencia: “Vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada”. Y desde el balcón de La Moneda, ya como Mandatario: “Estamos abriendo las grandes alamedas”. Un año después, en 2022, en la ONU, en el mismo lugar donde estuvo Allende 50 años antes, repitió sus palabras: “Vengo de Chile, que es un hermoso país situado en el extremo sur de América”.

Boric respira Allende. Por eso quiso que su casa se convirtiese en museo. Entonces apareció Midas al revés, dañando la imagen sagrada de su ídolo político. Era su homenaje a la figura que considera epónimo de la democracia, tal como le respondió a una periodista de DW que le preguntó qué le diría al expresidente a propósito de los 50 del 11 de septiembre: “Partiría por agradecerle su compromiso, su camino de demócrata, su valor y su sacrificio. Y le diría que espero y que estamos trabajando para estar a la altura y lograr seguir abriendo las grandes alamedas por donde camine el hombre y la mujer libre para construir una sociedad mejor”.

Por cierto, ni se abrieron las grandes alamedas, ni fue un demócrata. Tampoco vivimos en una sociedad mejor desde que está en La Moneda. Pero quiso consagrarse para la Historia como el heredero de los postulados de su maestro, homenajeándolo con un museo. Entonces firmó la orden para que ello ocurriera, envolviendo a la hija y a la nieta de Salvador Allende en el negocio que las convertiría en dueñas de la propiedad. De este modo, Maya Fernández, la nieta, ministra de Defensa e Isabel Allende, la hija, senadora, se convirtieron en cómplices de un negocio al margen de la Ley.

Ellas firmaron la escritura a sabiendas que la Constitución y las leyes se los prohibía por ser autoridades de la República en ejercicio. Boric, el Rey Midas al revés, todo lo había convertido en basura. La ministra fue expulsada (“renunció”, dicen) y la senadora, socialista, acaba de ser destituida de su cargo por el Tribunal Constitucional por amplia mayoría: ocho votos a favor y dos en contra. Ambas son culpables, aunque griten a los cuatro vientos que son inocentes. El apellido Allende por los suelos. Si hasta los jueces nombrados por Boric votaron a favor de la destitución. Y el propio Partido Socialista lo culpa a él de ello.

Sí, Salvador Allende, su dios-político, cuya imagen quería consagrar para la posteridad en la forma de museo, aterrizó en el lodazal como todo lo que toca este Rey Midas que habita en su palacio La Moneda, centro del terror, del caos y la miseria humana.

Salvador Allende: tú admirador, Boric, el Rey Midas, le ha puesto una lápida maloliente a tu imagen que tanto admira.