Esa pasión por el fútbol y la pelota, ese orgullo y patriotismo, el amor a la camiseta celeste que nos identifica como uruguayos, nos ha vuelto a dividir.
El argumento de que somos únicos y que nos quieren porque somos pobres y chiquitos, porque la garra charrúa o "yo si soy uruguayo de verdad"  y etc, etc, etc, no es suficiente para justificar las expresiones de odio que seguramente sin ser psicólogo, son productos de experiencias individuales negativas, fracasos y traumas que se expresan en los medios de comunicación y redes sociales.
Siempre con una idea de imponer y perpetuar la razón y establecer a partir de ahí que los buenos son los que piensan como yo y el resto es el resto…
Una forma de despreciar cualquier otra opinión, por eso incluso, es difícil realizar un debate serio y honesto.
No lo permiten, no lo aceptan, porque ellos, solo ellos son los dueños de la razón, de la verdad única y posible.
Entonces te das cuenta que nuestras diferencias no eran o son producto de cómo pensamos políticamente.
Y ni tampoco terminan acá, ni mucho menos.
La simple opinión de que te gusta cierta estación del año, genera debates entre los pro verano y pro invierno, causan gracia que digan con mayúscula, ODIO el verano o el invierno.
Porque el odio ya se estableció como un sentimiento dentro de los seres humanos y no consiguen ocultarlo ni siquiera evitarlo, en una simple opción de una estación.
El odio a los jóvenes que consumen marihuana y /o los que cometen robos, por ejemplo, no lo comentan con la perspectiva de analizar las orígenes y buscar soluciones alternativas.
La condena social es siempre la conclusión y resultado de ese odio.
Pronto llegará el concurso oficial de murgas y nuevamente los expertos (como los de la política y él fútbol) darán su opinión.
Porque un día salieron en una murga, porque hicieron no sé cuántos tablados, serán las únicas opiniones válidas.
O a los que no le gustan las críticas al gobierno, que el carnaval no es para esto y nuevamente el etc, etc, etc…
Cuidado de usted que como yo, un simple y humilde mortal se atreva a opinar.
Desde "el vos no sabes nada" al "hay que haber estado ahí arriba para saber".
Después las discrepancias con el coro, el cuplé y el salpicón. La presentación, puesta en escena y retirada.
Así como los temas de política, el fútbol, el carnaval y la religión, los uruguayos siempre daremos la opinión.
Es como si estuviera en nuestro ADN o quizás por nuestra cultura latinoamericana (no es sólo nuestra) sea la de no callarnos.
Pero si usted o yo, nos permitimos ir más a fondo de los temas y hablamos por ejemplo de la práctica de abuso sexuales dentro de las iglesias y los padres pedofilios.
De las actitudes y comportamientos de ciertos jugadores de fútbol, de la violencia de género que ejercen sobre sus mujeres.
De los Varones del Carnaval, los acosos y abusos sexuales.
De los políticos corruptos y ladrones.
Siempre, siempre encontraremos sus "protectores y defensores" que no lo harán con justificativas, porque no pueden justificarlo, pero quédese tranquilo que argumentarán desviando el eje central del tema.
Porque ni siquiera el silencio es un motivo de argumento que los ayude.
Entonces, como no se podía esperar otra cosa viniendo de ellos.
Las ofensas, los atropellos, amenazas y hasta intimidaciones, serán sus armas para defender con orgullo "su manera de pensar" la única, la esencia pura de ese ODIO que no pueden ni quieren ocultar.
Hay una enorme y profunda brecha de ética, valores y principios en nuestra sociedad, que demorará mucho tiempo para cerrar. 
Si es que un día estamos dispuestos a transformar nuestra sociedad.
No hay otra manera, otra forma posible que no sea a través de la educación y la cultura para enterrar definitivamente ese ODIO y la brecha que nos separa.

Artigas Osores