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07 de April del 2022 a las 09:24 -
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Roger Rodríguez: “La INDDHH está siendo acorralada desde el gobierno”
"El ¿Dónde están?, sigue siendo una pregunta clave. Lo que trabaja la INDDHH es algo que beneficia a la sociedad. Pero la decisión notoria es destrozarla, cerrarla o sacarle todas potestades".

En el marco de la embestida contra la INDDHH encabezada por Cabildo Abierto –que abiertamente planteó su intención de derogar la ley que creó la institución- a la que se han sumado otras voces oficialistas con mayor o menor vehemencia siempre en dirección crítica con el organismo, consultamos al periodista especializado en derechos humanos, Roger Rodríguez, sobre su valoración del escenario actual, a partir del resultado del referéndum. 

Roger Rodríguez es periodista formado en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí de La Habana, que trabajó en El Día, Convicción, Brecha, Posdata y La Hora, entre otros, y se ha especializado en el tema derechos humanos. Con sus investigaciones periodísticas, ha realizado aportes a las causas judiciales argentinas y uruguayas sobre el Plan Cóndor donde, tras la ubicación del niño Simón Riquelo, denunció el llamado “Segundo Vuelo” de Orletti (2002) que confirmó el traslado de los desaparecidos a sus países de origen. Fue testigo ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por el Caso Gelman, en el marco del cual ubicó el centro clandestino de torturas conocido como Base Valparaíso (2005) y del Juicio contra el Plan Cóndor en Roma.

Según explicó Rodríguez al Portal del PIT-CNT, desde la aprobación de la Ley de Caducidad en 1986 y con la amnistía de militares acusados de crímenes de lesa humanidad, se comenzó a establecer una “cultura de la impunidad” en Uruguay. “Creo que la cultura de la impunidad refería al no castigo de los violadores de los derechos humanos en los años de la dictadura, pero también tiene que ver con las consecuencias que eso generó en el entorno social y político. Y en cierta medida, la sociedad se fue adaptando a esa cultura de la impunidad. A partir de los años 2000 se fue desarrollando un proceso más profundo e intenso para pelear por la verdad y confrontar la historia oficial de los dos demonios. Esa teoría -que ahora se pretende reinstalar- se fue derrotando y logrando cambiar a medida que la sociedad fue derribando la Ley de Caducidad y como consecuencia de las sentencias internacionales que evidenciaban que las violaciones a los DDHH era crímenes de lesa humanidad y no podían ser amnistiados, ni perdonados, sino que debían ser juzgados. La verdad exige justicia. Luego vinieron años de gobiernos progresistas en Uruguay y en el resto del continente, pero esos gobiernos progresistas no lograron evitar la cultura de la impunidad.

¿Por qué crees que no pudieron?
La izquierda agarró un auto llamado Uruguay dentro de una autopista; quemaba aceite, no tenía luces y se daba contra las barras laterales. Lo arregló en marcha y lo dejó funcionando a velocidad  crucero, pero nunca se cuestionó hacia dónde iba la autopista. Un error clave de esos gobiernos progresistas fue la desmovilización. Al evitar de hecho la movilización social, aquellos gobiernos no tuvieron un respaldo de la sociedad activa en las calles y se fueron quedando solos en sus despachos del Poder Ejecutivo, del Parlamento y eso fue generando –desde mi visión- una reacción del nuevo liberalismo que hoy la estamos sufriendo, pero que claramente se viene forjando desde hace muchos años. Los grupos de derecha y de ultraderecha de este país venían desde la época de la dictadura forjando su proyecto, pero en cierto momento asumieron una conducta casi clandestina en democracia. Tenían intervenciones sociales esporádicas, de vez en cuando aparecían con una amenaza, un atentando, algún episodio muy puntual en particular los 14 de abril. Sus expresiones públicas se limitaban a respaldar a los militares que comenzaban a ser citados por la justicia y poco más. En el continente el proceso de posicionarse a nivel público fue muy notorio y se fue organizando, por ejemplo, a partir de grupos de ultraderecha en Venezuela, partidos liberales conservadores, que fueron generando un proceso regional como el que ahora podemos ver. Cuando las sociedades se desmovilizan, pero además ingresan en la lógica del consumo desenfrenado, la realidad se torna favorable para los grupos de la derecha más extrema. Si las reivindicaciones quedan solamente acotadas a lo parlamentario, la ultraderecha tiene mejores chances de crecer. Acá en Uruguay, fueron resurgiendo los grupos de derecha a nivel de jóvenes del Partido Nacional, también comenzaron reuniones de grupos neonazis en algunos barrios y aparecieron algunos youtubers. Ahora tenemos una coalición que tiene a Cabildo Abierto como notoria expresión de la derecha y la ultraderecha, que acumula a todas las expresiones de grupos nazis y nacional socialistas con pequeñas expresiones de otra índole. Todos esos grupos reaccionarios reivindican las violaciones a los derechos humanos practicadas en dictadura por las Fuerzas Armadas, y si bien siempre existieron, antes funcionaban en cierta clandestinidad pero ahora actúan a nivel público y hasta reclaman el fascismo con total desparpajo. Se pronuncian en Twitter, en YouTube y se van posicionando en la sociedad. Y claramente, la sociedad recibe una sola visión de algunos temas, siempre de acuerdo al abordaje de los medios de comunicación. Hay una visión marcadamente anticomunista, con conceptos del siglo pasado, que cuestiona todo lo que implique derechos y reivindicaciones sociales. Estamos en un tiempo en el que la ultraderecha te ataca y el movimiento social está desmovilizado. Y obviamente, con los medios de comunicación abroquelados de un solo lado y defendiendo una sola visión.

Por lo tanto, creo que en este contexto, vamos a tener un 14 de abril de “celebraciones” extremas. Y no descartaría que algún grupo vuelva a hacer el saludo nazi en la plaza de la bandera. Sinceramente no lo sé.

¿Se está volviendo a instalar el lenguaje de los comunicados de las Fuerzas Conjuntas? Te lo pregunto porque algunos parlamentarios y legisladoras hablan de sedición, dicen que la Universidad está “infiltrada” y de vandalismo ante las pintadas de muros, entre tantas otras expresiones.  
Lo que pasa es que el Partido Nacional es de derecha. Tuvo en otros momentos de la historia algunos grupos o sectores más progresistas como el Movimiento Nacional de Rocha o en el wilsonismo, pero esos espacios prácticamente han desaparecido. Hoy el PN vuelve a ser el partido herrerista que siempre fue de derecha. Y lo sigue siendo afianzando además alianzas con otros sectores de derecha y ultraderecha. Por otra parte, el Partido Colorado mantiene un nivel de conservadurismo notorio, donde el batllismo no está teniendo poder. Y, como decíamos, la coalición de gobierno tiene en Cabildo Abierto una expresión absolutamente derechista. Por lo tanto, hoy vemos un nuevo escenario en el que ellos aprendieron a leer a Gramsci y están peleando por le hegemonía cultural de la izquierda. Esa lucha contra la hegemonía cultural y a favor de la jerarquía social, es sin duda la más clara lucha de clases. Están en contra de todo lo que represente igualdad, agenda de derechos sociales y sostienen que “el enemigo” es el comunista, “el zurdito”, tupamaro, Tabaré Vázquez, Mujica y todo lo que identifique con algo de izquierda. Hablan de la infiltración de la UdelaR pero ellos atacan directamente a la enseñanza pública. Y por supuesto, el Poder Ejecutivo ahora está afianzando las herramientas de la LUC en materia de represión, algo que se va a intensificar en los próximos años. Pero también me parece importante señalar que los gobiernos del FA tuvieron su responsabilidad en la situación actual por la desmovilización y porque creyeron que se podía generar una Policía más progresista. Cuando llegó la coalición despedazó esos intentos y volvieron los policías más reaccionarios que habían sido dados de baja. Hoy están de nuevo los expertos en razzias, represores, con un gobierno clasista conservador, con una sociedad consumista desmovilizada y todo apunta a que vamos tener una realidad aún más compleja.

¿Por qué reafirmás lo de la sociedad desmovilizada si en la campaña de las firmas claramente la militancia jugó un rol determinante?
El problema es que la recolección de firmas –desde mi visión- fue un ejercicio de movilización de un año y pico. Se pudo hacer ese movimiento como un acto reflejo, luego de la derrota electoral. El concepto de que el pueblo decida sigue manteniéndose como una idea democrática muy potente para la sociedad uruguaya. Pero muchos de los que firmaron después votaron para otro lado. También hay una realidad de este fenómeno llamado la grieta o como la quieran llamar, que sostiene que la izquierda y los sectores progresistas no abren puentes para el otro lado. Creo que es un error decir: ‘ah, votaste tal cosa, ahora jodete o peor aún cuando se le dice a quienes votaron No que ‘por culpa tuya ahora tenemos un país peor’. Así no convencemos a nadie. Tal vez faltaron argumentos mejores, mejores mensajes, mejor comunicación para explicar algo complejo como 135 artículos de una Ley, pero echarle la culpa a los otros no es una buena estrategia. Y más allá del peso terrible de los medios de comunicación, creo que es una torpeza creer que vas a hacer la revolución desde las redes sociales. Las redes son muy buenas para mantener o generar ideas, pero si uno mira el círculo donde cada uno está, queda claro que son todos convencidos. Y no podés convencer a los convencidos, esos son votos asegurados. Muchos se quedaron en las redes y no salieron a convencer a vecinos o a un pariente. Yo creo que ahí es donde estuvo la derrota. Y de cara al futuro, creo que falta reacción, hasta falta liderazgo en el movimiento social. Hay que abrirse a los jóvenes y a bases nuevas, a las experiencias de la recolección de firmas como a las de las ollas populares. Supongo que siempre pasa en los procesos de recambio de grandes caudillos como Vázquez, Mujica y Astori. Se tarda en conseguir recambio pero claramente es algo que va a tener que suceder.

Además de los ataques hacia los sindicatos, las organizaciones sociales, estudiantiles y los feminismos, ahora surgió con mucha virulencia un embate contra la INDDHH.
Totalmente. Es parte de lo que consideran “el enemigo”, los derechos sociales y la lucha de los DDHH. A la INDDHH la van a atacar porque es parte de su visión de lo que deben confrontar. Incluso están tratando de generar una especie de “centro de estudios” de DDHH en Uruguay pero desde una visión de derecha. La INDDHH está siendo acorralada desde el gobierno, también desde el Parlamento y hay una clara intención de anularla, en particular desde que quedó a cargo de la búsqueda de los desaparecidos. El ¿Dónde están?, sigue siendo una pregunta clave. Lo que trabaja la INDDHH es algo que beneficia a la sociedad. Pero la decisión notoria es destrozarla, cerrarla o sacarle todas potestades. El mismo vaciamiento o debilitamiento que se busca con la enseñanza pública que fue desplazada de los organismos de gobierno. La privada no, porque la necesitan para formar los líderes del futuro para los sectores conservadores. Por lo tanto, creo que estamos en una coyuntura incierta, me temo que se viene un periodo de enfrentamientos sociales donde será necesario tener la cabeza muy fría para no entrar en el juego de provocaciones y los intentos para descalificar a los movimientos sociales, que, necesariamente, tendrán que luchar por sus reclamos.

 

 

(*)  extraído de www.pitcnt.uy/  foto archivo de @gesor.



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