Mirando las fotos creo necesario hacer notar la abismal diferencia que existe entre aquellos que deliberadamente delinquen sistemáticamente y hacen del delito su forma de vida, con respecto a un enfermo alcohólico que todos quienes lo conocemos sabemos que no tuvo noción de sus acciones, que fue víctima de un contexto donde nadie pudo evitar una tragedia en virtud del grado de alcoholismo reinante. Es brutal el grado de injusticia para con los enfermos alcohólicos en este país, la venta de alcohol es legal aunque se conocen sus efectos negativos para el enfermo y su familia. Como sociedad hundimos más a los enfermos en su adicción, no damos un plato de comida pero sí ofrecemos una copa de alcohol o un cigarro. Ni que decir si ese enfermo es solo, pobre, sin ingresos de ningún tipo y vive en el medio rural. Para muestra basta con saber que a pesar de la magnitud de la tragedia, ni siquiera la institución de ASSE que cuenta con instalaciones y muchos de los familiares afectados afiliados le  brindó a la familia apoyo psicológico y hoy se debaten entre el dolor y el rencor haciendo duelo como pueden. ¿Qué tiene para brindarle la cárcel a un enfermo que a quién más dolor se provocó fue a sí mismo?

Dentro de todo lo malo del alcohol, al menos le brinda al alcohólico la nebulosa de sus actos de modo que no pueda torturarse con las imágenes de las consecuencias de los mismos. Para una persona en su situación, ¿no existe una comisión de derechos humanos? Podrán mostrarlo como delincuente pero las personas que lo conocemos y convivimos con él en el pueblo sabemos que es una víctima más de tantas de un país con tremenda injusticia social, que favorece a políticos corruptos que con sus acciones les niegan a miles de uruguayos sus derechos más elementales.